Versión estenográfica de la presentación del libro “El Congreso Constituyente mexicano en el siglo XX”, celebrada en la sede de Xicoténcatl.

PRESENTADOR: Muy buenas noches tengan todos ustedes.

El Senado de la República les da la más cordial bienvenida a la presentación del libro titulado “El Congreso constituyente mexicano del siglo XX. Un testimonio gráfico incomparable”; que organiza la Mesa Directiva del Senado de la República en este recinto que es el patio central de la Antigua Casona de Xicoténcatl.

Para esta presentación contamos con la presencia en el presídium del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.

Contamos con la presencia de la senadora María del Pilar Ortega Martínez, presidenta de la Comisión contra la Trata de Personas del Senado de la República.

Contamos con la presencia del maestro Fernando Zertuche Muñoz, coeditor de esta obra literaria.

Agradecemos la presencia del licenciado José Ignacio González Manterola, también coeditor de esta obra.

Finalmente, para conformar este presídium, contamos con la presencia del doctor Oscar Cruz Barney, coordinador del área de historia de Derecho del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Agradecemos la presencia del doctor Roberto Figueroa Martínez, secretario general de Servicios Administrativos del Senado de la República. Muchísimas gracias por acompañarnos.

Desde luego agradecemos la presencia de todas y todos ustedes. Muchísimas gracias por acompañarnos en esta presentación y desde luego agradecemos la presencia de quienes nos siguen a través de la señal del Canal del Congreso.

Para dar la bienvenida, escucharemos el mensaje del maestro Fernando Zertuche Muñoz, coeditor de esta obra.

MAESTRO FERNANDO ZERTUCHE MUÑOZ: Distinguidos integrantes del presídium, con la excepción obvia de quien ahora hace uso de la palabra.

Señoras y señores que colman este emblemático recinto, que a todos nos enorgullece, del Poder Legislativo de la nación mexicana.

Personalmente, en representación de Marca de Agua Ediciones y de sus socios, los destacados editores José Ignacio y Carlos González Manterola, expreso nuestra gratitud clara, firme a la Honorable Cámara de Senadores del Congreso de la Unión, por su confianza, por su patrocinio para poder realizar esta obra que hoy presentamos públicamente.

Este empeño se originó hace ya más de un año, con el ánimo de realizar un homenaje, un reconocimiento a la ya casi centenaria Constitución del 5 de febrero de 1917, cima de los afanes, de los ideales, de los combates y de los propósitos de la revolución social mexicana.

Propusimos la publicación de dos tareas para poder conmemorar oportuna y cuidadosamente ese gran acontecimiento.

En primer término, hicimos y realizamos el facsímil de la obra “Historia gráfica del Congreso constituyente de 1916-1917”, del fotógrafo José Mendoza, quien también era colaborador del primer jefe constitucionalista.

La tarea de reproducir en forma exacta, idéntica, igual, un documento, un retrato, una foto y en este caso, un álbum completo de 208 páginas fue un gran desafío, que así lo declaro, y lo tuvimos que llevar a cabo con la ayuda de un grupo de 36 técnicos y trabajadores que se dedicaron a cuidar las 285 mil fotografías, las suficientes para los mil ejemplares que editamos para poder tener los recortes de cada una de ellas para hacerlas exactamente idénticas al modelo, para tener todas las formas y modos que tenía el álbum, que era su modelo, y desde luego el poder entregar este trabajo, esta tarea, esta realización que no se ha logrado previamente, ya que solamente existen unos cuantos álbumes que ya se han impreso simplemente y que hay uno solo en forma digital.

La otra expresión de esta obra, es la realización y la edición de un libro analítico, académico, de reflexión que tiene una historia, que tiene un carácter político-jurídico de todo lo que ocurrió en las sesiones del Congreso Constituyente de Querétaro desde la convocatoria del primer jefe a las elecciones, hasta el final con las características de la Constitución y de la transformación que hasta la fecha ha tenido.

Recurrimos, con un gran cuidado, a los académicos, eruditos, expertos, maestros de los temas que iban a tratar y que fueron desde luego Alfredo Farid Barquet Rodríguez, Rafael Estrada Michel, Ignacio Marván Laborde, y Manuel González Oropesa, al igual que dos grandes maestros del arte fotográfico y de las cuestiones estéticas: el maestro Mario Montellano y Edgar Rojano, quienes nos dieron comprensión y luz sobre el autor de esta historia gráfica y sobre cómo era la fotografía en la segunda década del siglo XX en nuestro país.

En verdad, por nuestra buena fortuna, el libro se enriqueció con la presentación del original de don Roberto Gil, presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores, y con cuatro ensayos de también señores senadores: Enrique Burgos, Raúl Cervantes, el tercero lo estoy olvidando y es el maestro Alejandro Encinas y Fernando Yunes, quienes complementaron y dieron una mayor comprensión a la obra que estábamos realizando.

Finalmente, hay dos partes de este libro:

Se reprodujo también facsimilarmente el texto original de la Constitución del 5 de febrero de 1917 que apareció publicada ese mismo día, esa misma fecha en el Diario de los Debates, y constituimos una galería de todos los protagonistas individuales, también de Mendoza, en la cual están retratados los 218 diputados propietarios y suplentes que estuvieron activamente al frente de sus curules para fundar el código supremo que aún nos rige.

A ellos, a sus fotografías, redactamos apuntes biográficos de cada uno de ellos, de todos ellos.

Octavio paz escribió: “El hombre no es solamente parte de la historia y de las fuerzas que la mueven. El hombre a mi parecer, dijo, no está en la historia. El hombre es historia”.

Así nos ocurrió con esta obra, con este empeño que nos enorgullece tanto. El contenido, los protagonistas, los que lo constituyeron todo, afuera ya dentro de la asamblea constitutiva, eran seres humanos como nosotros.

Yo confío en que ya lo tengan o lo tengan muy pronto entre sus manos, las páginas de esta obra.

Gracias por su atención, mil gracias.

PRESENTADOR: Desde luego que agradecemos todas y cada una de las palabras del maestro Fernando Zertuche Muñoz, coeditor de esta obra literaria.

Señoras y señores, queremos agradecer la presencia de la senadora Martha Palafox Gutiérrez, muchísimas gracias por acompañarnos, senadora.

Asimismo queremos agradecer al senador Juan Gerardo Flores Ramírez, muchísimas gracias por su presencia, senador.

Finalmente queremos a gradecer la presencia de la maestra Adriana González Carrillo, coordinadora del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques. Muchísimas gracias por acompañarnos.

A continuación escucharemos las palabras del doctor Oscar Cruz Barney, coordinador del área de Historia del Derecho, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

DOCTOR OSCAR CRUZ BARNEY: Muy buenas noches.

Muchas gracias al Senado de la República por la invitación a participar en esta presentación; distinguidos miembros del presídium, señor senador, senadora, maestro, licenciado.

Son múltiples los testimonios que se han publicado sobre la revolución mexicana de 1910 y sobre el proceso constituyente que le siguió. Pensemos en las autobiografías del general Roberto Cruz, del general Roberto Fierro Villalobos, para la revolución, así como las diversas crónicas del Congreso Constituyente, como son las de Jesús Romero Flores, Diego Bohorquez y Félix Palavicini, entre otras recientemente reproducidas, también facsimilarmente, con participación del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Inclusive pensemos también en la llamada Novela Revolucionaria de las plumas de Francisco L. Urquizo, de Mariano Azuela, de Mauricio Magdaleno, de Martín Luis Guzmán, de José Vasconcelos.

La preservación de la memoria histórica documental y, en este caso, fotográfica, es una responsabilidad tanto del Estado Mexicano como de los ciudadanos.

Pocas veces se tiene la oportunidad de presentar un texto con estas características, tanto científicas, pro el aparato de estudios que incluye, como históricas y estéticas.

Históricas por el gran valor que se rescata en esta magnífica edición facsimilar y estética por la recuperación de un testimonio gráfico, que como el título de la obra lo indica, es incomparable.

Estamos en presencia además de un doble rescate en realidad. Primero la adquisición por un coleccionista en el año 2009, de esta historia gráfica del Congreso Constituyente de 1926-1917, del cual se tienen ubicados, según entiendo, poquísimos ejemplares originales.

En una tienda de antigüedades de la Ciudad de México, fotografías tomadas por José Mendoza y, segundo, la atinada decisión de reproducirlo facsimilarmente, con lo que se pone a disposición de los estudiosos del periodo revolucionario, un material invaluable y de difícil acceso.

Una edición facsimilar de gran calidad a la que nos tienen acostumbrados los Hermanos González Manterola y con el trabajo de don Fernando Zertuche Muñoz y las casas editoriales Marca de Agua Ediciones y GM Espejo Ediciones.

Un volumen de 10 estudios acompañados de una reproducción fotográfica de una de las primeras ediciones de la Cámara de Diputados de la Constitución de 1917, complementan y dan sentido al testimonio gráfico rescatado.

Trabajos sobre fotografía de Francisco Montellano Ballestero, junto con el perfil biográfico de José Mendoza, las aproximaciones históricas e histórico jurídicas de Ignacio Marván, Alfredo Farid, Rafael Estrada Michel y Manuel González Oropeza.

Los estudios van precedidos por los textos de los senadores Roberto Gil Zuarth, Enrique Burgos García, Raúl Cervantes Andrade, Fernando Yunes Márquez y Alejandro Encinas Rodríguez.

Varios de ellos por cierto grandes promotores de la Reforma tan necesaria y urgente al ejercicio de la abogacía en México, lo que habla de su compromiso con México, ahora refrendado por el Senado de la República con esta obra de rescate histórico y fotográfico.

La Revolución Mexicana de 1910 se inicia como sabemos con el Plan de San Luis, de 5 de octubre de 1910, señala las 6 de la tarde del 20 de noviembre de ese año para el levantamiento.

Para mayor de 1911 Porfirio Díaz parte de Veracruz rumbo a Europa, luego de que Francisco I. Madero fue aclamado en la capital de la República.

Las lagunas que deja el movimiento de Madero trataron de llenarse con nuevos movimientos como el de Emiliano Zapata en el estado de Morelos, quien expide el Plan de Ayala en noviembre de 1911, en Villa de Ayala, Morelos, con el lema: “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”.

En el norte de la República se alzaron Orozco y le siguieron Félix Díaz y Bernardo Reyes.

Para 1913 con el movimiento de La Ciudadela, encabezado por el general Manuel Mondragón, Victoriano Huerta toma el poder después de la renuncia y asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.

Ante esta nueva situación Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se pronuncia el 19 de febrero de ese año y desconoce a Huerta.

A Carranza se le une el gobernador de Sonora y se inicia la etapa constitucionalista de la Revolución, que pretende restaurar la vigencia de la Constitución de 1957 y expiden el Plan de Guadalupe, en la hacienda del mismo nombre en Coahuila, signado por distinguidos militares de ese momento.

Carranza a partir de entonces queda a cargo de la legitimidad constitucional que ejerce como Presidente Interino de la República y al frente del Ejército Constitucionalista.

El Plan se pronuncia por el desconocimiento del general Victoriano Huerta, se refiere a los poderes Legislativo y Judicial, a los gobiernos de los estados entonces fieles al usurpador.

La designación de Carranza como primer jefe del Ejército Constitucionalista y Presidente Interino de la República y la convocatoria a elecciones generales una vez logrado el restablecimiento de la paz.

Victoriano Huerta va a ser derrocado el 13 de agosto de 1914. Con los tratados de Teoloyucan se entrega la capital al Ejército Constitucionalista y se disuelve el Ejército Federal de aquel entonces.

Tiempo antes de los tratados se habían reunido en Torreón los representantes de las divisiones del norte y del nordeste para terminar con las dificultades surgidas entre éstos y Carranza.

De tales reuniones resulta el Pacto de Torreón, que limitaba a título de modificaciones el Plan de Guadalupe los poderes de Carranza y establecían medidas en beneficio de obreros y campesinos mediante el repartimiento de tierras.

Carranza no acepta el Plan de Torreón. Sin embargo en la Convención de Aguascalientes hay jefes militares, que se inaugura en la Ciudad de México en octubre y se traslada por Carranza a Aguascalientes, se deriva en ese Plan.

La convención actúa en diferentes lugares con diferentes titulares del Poder Ejecutivo.

En Cuernavaca prepara el programa revolucionario que se firma más tarde en Toluca, en agosto.

Para 1910, en Jojutla, se publica un programa de reformas político-sociales que amplía el anterior de Toluca.

Por su parte, Carranza ya separado de la Convención de Aguascalientes, inicia un programa de reformas muy importantes en Veracruz, el 12 de diciembre de 1914, adicionando al Plan de Guadalupe con el lema “Constitución y Reforma”.

El Plan propone la restitución de tierras a los pueblos privados de éstas, la disolución de latifundios, la formación de la pequeña propiedad mediante leyes agrarias.

Se propone reforma a la legislación civil, penal y mercantil, así como el procedimiento judicial, leyes de aguas, minas y la garantía del pleno goce de los derechos ciudadanos e igualdad ante la ley.

La ejecución del Plan de Reformas de Venustiano Carranza deriva en la ley del municipio libre, en la ley del divorcio, en la ley agraria en la ley obrera de Luis Cabrera y asimismo en reformas al Código Civil y en la expedición de la fundamental Ley de Relaciones Familiares de 1917.

Reducidos Villistas y Zapatistas, Carranza expide una reforma al Plan de Guadalupe en 1916 y convoca a elecciones para un Congreso Constituyente que reformaría la Constitución de 1857.

Precisamente el texto que ahora presentamos en esta, insisto, magnífica edición facsimilar, es la memoria, es una suerte de álbum de bodas del proceso constituyente de 1916-17 convocado por Carranza.

Un congreso que se instala en la ciudad de Querétaro y que da inicio a las juntas preparatorias en noviembre de 1916, Carranza en diciembre entrega su proyecto de Constitución reformada, trabajada por una amplia comisión de Constitución.

Este proyecto se somete a estudio y a debate, se aceptan, se modifican y se adicionan sus contenidos.

Y el Constituyente de Querétaro se encarga de incluir importantes reformas en materia laboral y agraria que no quisieron dejarse a leyes secundarias sino consagrarse en el texto constitucional.

Las modificaciones fueron consideradas suficientes para que el proyecto se convirtiera prácticamente en una nueva Constitución.

En enero de 1917 se firma la Constitución y se rinde por la tarde la protesta de guardarla tanto por parte de los diputados como del Primer Jefe.

Si quieren ver la fotografía de esa jura está en el álbum ahora reproducido.

Si bien siempre se había hablado de reformar la Constitución del 57 y en esos términos se hallaba la autorización del Congreso, de hecho se había expedido un nuevo texto constitucional, una Constitución que reforma a otra Constitución.

Con la revolución la sociedad mexicana y con ella el derecho mexicano, habrían de experimentar cambios muy importantes:

El nacimiento del derecho social, cambios en el derecho mercantil, ajustes de gran calado en materia de derecho de familia.

No queda pues sino felicitar al Senado de la República por esta magnífica edición facsimilar, a sus editores por este trabajo de artesanía en donde, como ya se describió hace unos momentos, se tuvieron que armar esos mil ejemplares casi como se tuvo que armar los ejemplares originales, prácticamente siguiendo el mismo trabajo.

Una felicitación al Senado, una felicitación a todos nosotros por poder estar aquí en este momento.

Muchas gracias.

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenas noches tengan todas y todos ustedes. Muchas gracias por acompañarnos en el enésimo evento del día de hoy.

Y es que debo decirle al presídium que estamos en la época de despedida y en consecuencia, tenemos la tarea de concluir muchas cosas que hemos iniciado a lo largo de este año.

Y quiero contarles, si me lo permiten, cómo surgió esta edición, facsimilar, pero también analítica, de dos obras: una obra gráfica y la otra intelectual relacionadas con nuestro proceso constituyente.

En primer lugar porque celebramos el centenario de la Constitución y tenemos un proyecto, un plan de hacer trabajos conmemorativos. Cien acciones por el centenario de la Constitución.

Pero antes de eso, antes incluso de que iniciáramos esos trabajos conmemorativos, un día recibí a don Fernando Zertuche en mi oficina, en el Senado de la República, en la oficina del sexto piso, todavía no tenía la honrosa encomienda de presidir el Senado; y hablábamos de libros. Y le decía a don Fernando que había tenido en mis manos un álbum fotográfico sobre el proceso constituyente 1916-1917.

Y le decía a don Fernando que lo poco que sabía es que se trataba de un álbum que había sido encargado por alguien, no sabíamos por quién, todavía hay algunas dudas sobre quién lo encomendó: si Carranza, que había utilizado los servicios de los hermanos Mendoza; o Mujica, el gran constitucionalista y constituyente, presidente de la primera comisión constitucional.

No sabíamos bien a bien quién lo había encomendado ni tampoco sabíamos bien a bien cuál era el propósito narrativo, histórico, ideológico y político de ese documento, de ese álbum que había obtenido, había comprado por un casual pero muy afortunado accidente, un coleccionista privado, como decía hace un momento nuestro presentador, en una tienda de antigüedades de la Ciudad de México.

Y se encontró ese álbum, se lo enseñé a don Fernando Zertuche, y nos vimos pocos días después pero con un testigo adicional, con el director general del Archivo de la Nación, el director del Archivo General de la Nación. Y pusimos en sus manos ese álbum y nos dijo una cosa que cambió, para siempre, la forma en la que tratamos ese álbum: nos dijo que no lo tenía en el Archivo. Es decir, que no lo tenía ni Obama.

Y no lo tenía el director del Archivo, no existía en el Archivo. Y entonces decidimos, don Fernando y un servidor en aquel momento, empezar a construir o a reconstruir la historia de ese álbum fotográfico.

En esas épocas, a propósito del centenario de la Constitución, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, había editado la mejor crónica, y aquí hay un debate entre historiadores, pero la mejor crónica del Congreso constituyente, que fue redactada años después de concluir el proceso constituyente, por un diputado constituyente del estado de Sonora, Juan de Dios Bojórquez, que tenía un… no sé, don Farid, por qué utilizaba ese apelativo: Djed Bórquez. Pero utilizó ese pseudónimo para publicar años después sus crónicas, las crónicas del proceso constituyente, pero sólo alguien que hubiese estado presente en el Congreso constituyente pudo haber narrado con todo detalle muchos aspectos importantísimos, muy personales de enorme trascendencia, pero también de enorme particularidad.

Por ejemplo, que ganaban 15 pesos diarios; que el día que se instaló el Congreso constituyente, don Venustiano Carranza, el jefe máximo de la Revolución, invitó a todos los constituyentes en un rancho, en una casa cerca del Teatro de la República, a comer y celebraron con tequila la presentación del proyecto constitucional. Espero que el Jefe de la Ciudad de México haga lo mismo ahora que presente su iniciativa de Constitución de la Ciudad de México.

Los invitó a tomar tequila. Sabíamos eso.

Sabíamos, por ejemplo, que el artículo 27 constitucional se negoció por las crónicas de don Juan de Dios Bojórquez. Sabíamos que el artículo 27 constitucional se negoció en la casa del Secretario de Agricultura.

Sabíamos que Jara era un bohemio de afición, muy buen cantante, con una capacidad de voz muy importante, muy imponente; por cierto, que hasta que uno lo ve en una lámina entiende por qué, porque tenía un torso verdaderamente imponente, era un hombre robusto, pero hasta que uno lo ve entiende por qué don Juan de Dios Bojórquez decían que era un gran bohemio.

Que cuando terminaban las largas jornadas del constituyente iban a un lugar que se llamaba “El salón verde”, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, o a un lugar que se llamaba “El Cosmos” si no mal recuerdo. En fin, aspectos que la vida diaria de ese proceso constituyente de una generación constituyente.

Pero todo eso carecía de imágenes. Lo habíamos reconstruido en nuestra imaginación quienes habían tenido el interés de hacerlo, a partir justamente de esas profundas narraciones de los cronistas del constituyente.

Y de pronto apareció este álbum fotográfico. Hoy hay mil cuatro, porque si no mal recuerdo había cuatro ejemplares, se dice que había cuatro ejemplares distribuidos y de alguna manera perdidos en distintas manos hasta que uno de esos álbumes llegó al Senado de la República.

Y la intención y la plática y la conversación con don Fernando y con el director del Archivo General de la Nación es rescatar una parte muy importante de la construcción historiográfica, pero sobre todo narrativa y política de la Revolución Mexicana y del proceso constituyente subsecuente.

Los revolucionarios entendieron muy rápido la importancia política de utilizar un instrumento que aparecía en pleno inicio del siglo XX, que era la fotografía. Y utilizaban la fotografía no solamente con un ánimo de posteridad, de que las generaciones posteriores, nosotros pudiéramos conocer qué pasó, cuáles eran los rostros, momentos relevantes, sino también con un ánimo -permítanme la expresión- propagandístico, comunicacional, político, persuasivo, que es la gran tracción de la política: persuadir a otros de lo que se trata una determinada decisión, una determinada coyuntura, un determinado contexto.

Y Venustiano Carranza entendió rápido el enorme poder que significaban los nuevos instrumentos de la fotografía no solamente para pasar a la posteridad, que era su intención, sino también para masificar la lucha revolucionaria y la intención revolucionaria.

Empiezan a surgir los medios de comunicación. Palavicini era un constituyente muy potente que además tenía un periódico, El Universal, y que todo lo que pasaba en el constituyente se reproducía en los medios de comunicación. Y buena parte de los fotógrafos que participaban en el proceso constituyente llevaban esas fotografías de lo que ahí sucedía a los medios de comunicación que en ese momento eran la forma en la que se conectaba e interactuaba una sociedad dispersa, sociodemográfica sociológicamente hablando, pero también políticamente difuminada.

Y entendió Venustiano Carranza rápido el poder enorme de persuasión que implicaba la fotografía, y llamó a dos hermanos -entre otros- porque entiendo, por lo menos en lo que se revela en un artículo muy importante que se los recomiendo profundamente sobre esa utilización de la fotografía en el proceso constituyente, en el proceso revolucionario.

Venustiano Carranza recurre a unos fotógrafos precisamente para plasmar esa realidad, mandar a la prosperidad, pero sobre todo para hacer política con esa realidad.

Y uno de ellos, bueno, dos hermanos: José y Pedro Mendoza, a uno de ellos alguien, hay un debate sobre el doctor Mujica, el propio Venustiano Carranza le encargan tomar los aspectos centrales del proceso constituyente. Y se genera un álbum, un álbum que nunca se editó, nunca se convirtió en un libro, que nunca se socializó, que nunca se distribuyó, simplemente un álbum.

Anticipo alguna hipótesis: tal vez la única intención de ese álbum es llevarse un buen recuerdo a casa de lo que alguna persona vivió o había otra intención, una intención inconclusa, una intención que no fue lograda por alguna razón que hoy desconocemos.

Sabemos que esos fotógrafos trabajaban profesionalmente para los jefes de la revolución, para los constituyentes, porque el secretario particular de Venustiano Carranza, se le imputaban algunas notas donde llevaba la cuenta de lo que se les paga.

Venustiano Carranza, por cierto, mandó a su secretario particular al Congreso Constituyente y era un buen emisario de los chismes y de lo que pasaba. Era una suerte de espía de lo que sucedía en el Teatro de la República y de alguna manera sus compañeros lo veían con cierto recelo sobre lo que él informaba.

Por cierto que en esas crónicas se revela algo que discute Rafa Estrada Michel en su texto, un texto muy bello, analíticamente impecable sobre la coherencia discursiva, política, ideológica, de la generación del Constituyente.

Y porque lo que hemos conocido del saldo de la Constitución es que algún grupo, un grupo antagónico al propio Venustiano Carranza se le impone ideológicamente y uno ve justamente en las crónicas y también en las fotografías, esas tensiones entre los que aparecen y entre los que no aparecen, entre los renovadores, entre los izquierdistas, entre aquellos que, por cierto, con el ánimo, un presidente, Rojas, con el ánimo de generar ciertas dudas, ciertas conclusiones sobre quién estaba con Carranza y quien no estaba, los distinguió en función de la posición que él ocupaba en la presidencia de la asamblea.

De tal manera que condenó a todos sus adversarios a la derecha y a todos sus colegas ideológicos, a sus afines, a la izquierda, precisamente tratando de mandar un mensaje de que eran los leales al proyecto original de Venustiano Carranza y de la propia Revolución.

Por cierto, ese presidente hizo alguna triquiñuela: cuando veían muy difícil la discusión del artículo tercero constitucional, lo que hicieron fue, de alguna manera, invitar al jefe máximo de la Revolución, a Venustiano Carranza, a presenciar el debate.

No habló, solamente atestiguó. Ya me imagino lo que hubiese implicado tener frente a ese debate al jefe de la Revolución y el tremendo poder de persuasión que pudo haber generado su presencia.

Por cierto, quienes sostuvieron las tesis contrarias no se arredraron, no se amedrentaron y defendieron al final de cuentas el contenido que ellos creían que era el posible, el éticamente correcto, del artículo tercero de las Constitución de, al final de cuentas, una visión y una vocación en la educación en nuestro país.

Todas estas anécdotas, narraciones, tienen cara, rostro, oídos, manos, precisamente a partir de la historia gráfica de José Mendoza y quizá también pudo haber contribuido su hermano.

Don Fernando Zertuche decidió que debíamos hacer algo mucho más que simplemente imprimir en una suerte de fotocopia a colores el texto del álbum y lo que hicimos fue reproducir prácticamente, de forma idéntica, ese álbum, en sus colores, en sus fotografías, en la colocación de sus fotografías, pero también en los textos al pie de la fotografía, que si uno ve el fondo de la fotografía, es un cartón negro y parece como si lo hubiera escrito con gis.

Pero esa pequeña leyenda que recuerda hoy lo que en esa imagen uno puede observar al final de cuentas es la reconstrucción historiográfica de lo que ahí sucedió, es lo que conocemos, la evidencia, las señales, las huellas de un discurso histórico sobre lo que fue el proceso constituyente y lo que son hoy nuestras instituciones.

Me enorgullece, me alegra profundamente haber tenido en mis manos ese algo. Me enorgullece y agradezco profundamente haber puesto ese álbum en manos de un mexicano ejemplar, al que le aprecio mucho, a don Fernando Zertuche, porque nunca pudo haber caído en mejores manos.

Un mexicano ejemplar, un demócrata de fibra, de ADN, de médula ósea, a quien le debemos muchas de nuestras instituciones y que hoy desde “Propulsión Editorial” se ha dedicado a recordarnos las enormes dificultades que significa construir Patria pero también las enormes esperanzas y futuro que tiene nuestro país.

De verdad don Fernando, mi aprecio, mi agradecimiento y déjeme decirlo con toda responsabilidad pero también con toda claridad y por supuesto con todo aprecio:

Que la impresión de este álbum sea también un pequeño homenaje a su trayectoria, a lo que ha hecho por estas generaciones, por las que siguen a estas generaciones y por la construcción de instituciones, que usted lo ha hecho con mucho esfuerzo pero también con mucho sentido de bien. De verdad don Fernando, reciba como un testimonio nuestra gratitud.

No les cuento más, no les cuento más del álbum, de las crónicas o de los estupendos textos salvo la presentación que hace por supuesto la excepción que se reúnen en este ejemplar.

Es una forma de homenajear, de rendir tributo a nuestra Constitución pero también a esa generación constituyente.

Decía hace un momento don Fernando, o apelaba, citaba a Octavio Paz. Yo traigo a colación a Ortega y Gasset, porque en efecto una Constitución es el texto escrito, las reglas, las transcripciones que ahí están redactadas, están plasmadas, pero también son las circunstancias de las generaciones que la redactaron.

Y conocer a las generaciones puede dar una señal, un síntoma, un símbolo de lo que tuvieron que hacer para sobreponerse a las adversidades pero también para dejar plasmadas en reglas una idea de país pero sobre todo un conjunto de instituciones que siguen existiendo en nuestra realidad, que siguen prevaleciendo y que siguen ordenando nuestra convivencia.

De eso se trata el desafío que debe tener una generación hacia la posteridad, asumir que no solamente tienen que resolver su presente sino que trabajar intensamente por las generaciones que vienen detrás y que quizá nunca conoceremos.

Por su atención muchísimas gracias. Muy buenas noches.

Y a todos gracias por su atención.