El contexto histórico para un nuevo orden constitucional
Indiscutiblemente uno de los pasajes decisivos en nuestra historia fue la promulgación de la Constitución de 1917, documento heredero del movimiento revolucionario que tuvo como máximo propósito restaurar la legalidad del orden constitucional transgredido por la dictadura porfirista y la imposición huertista. De acuerdo con los principios de esta visión transformadora, para restablecer los mandatos de paz y justicia, era impostergable reformar la Carta Magna de 1857 para que ésta fuera coherente al nuevo contexto social mexicano.
La lucha armada terminó en su fase más aguda a mediados de 1915 y aún cuando la idea de una nueva Constitución continuaba nebulosa en la mente de los vencedores de esta gesta heróica, Venustiano Carranza, primer Jefe del Ejército Constitucionalista consolidó la necesidad de una nueva Constitución como una de las más altas aspiraciones de la población mexicana, por ello, ordenó a Félix Fulgencio Palavicini que hiciese una intensa propaganda en favor del constitucionalismo que reformara la Ley Suprema de 1857 incorporando las demandas sociales de la Revolución.
Los orígenes de la Constitución de 1917
Antes de llegar a la promulgación de la Carta Magna de 1917, hubo distintos sucesos, el primero de ellos se trató de la imposición de Victoriano Huerta como presidente interino de la República el 19 de febrero de 1913, el que Venustiano Carranza -único gobernador de su tiempo- desconoció y llamó al sostenimiento del orden constitucional.
El 26 de marzo de 1913, Carranza promulgó el Plan de Guadalupe, un manifiesto por medio del cual expresó los motivos de la Revolución constitucionalista y el programa a seguir para retomar los preceptos legítimos interrumpidos.
El emblema constitucionalista se extiende en la República
El movimiento constitucionalista liderado por Carranza pronto se propagó en toda la República, rápidamente sumó demandas ciudadanas en materia agraria y obrera principalmente, y que prepararon la labor del constituyente al convertirlas en reformas de carácter social. Para septiembre de 1916, Carranza expidió el decreto en el que anunció la convocatoria a elecciones del Congreso Constituyente.